Hoy tengo ya mi lámpara encendida,
ceñida la cintura y la alianza
en mi dedo vigía; y la esperanza
centinela del alba prometida.
Y arde en mi corazón la dolorida
llaga de la soledad: ¡lenta es la danza
de las horas y lenta tu tardanza!
Dios del venir: ¡ardiendo está mi vida!
Y me digo: la noche anuncia al Día:
las estrellas al Sol, el suelo al Cielo.
¿A quién anunciará el alma vacía?
Aprenda el ángel ya su “avemaría”
y encienda el aire blanco de su vuelo.
Dios del venir, ¡mi corazón te ansía!
Amén.
-Rafael Alfaro.